El mejor camino que podés tomar es el de tu vocación.
¿Cuál es el problema?
Unos cuantos.
Por empezar, la mayoría no entiende, y esto es algo que me costó muchísimo comprender…
Que seguir el camino de tu vocación no es algo que podés forzar. Principalmente porque no sabés muy bien qué es lo que querés.
Por otro lado, muchos piensan que seguir ese camino es dejar de lado todo lo que hoy les trae orden y estabilidad. Pero no es tan así.
Hay muchas creencias limitantes, poca claridad, mucha confusión, ambigüedad, y nadie nos enseña realmente a navegar este terreno.
Recibimos el mensaje de que deberíamos tener claro qué es lo que queremos. Que no debemos desviarnos de ese camino. Todo tiene que encajar.
“Tenés que ser disciplinado”, “seguí empujando”, “no te distraigas”, “no te rindas”.
Que lo entiendo, me parece un mensaje muy útil pero…
¿Y si no sabés realmente lo que querés? ¿Todos lo tienen tan claro?
Si no frenás a cuestionar esto, puede que, en tu esfuerzo por mantenerte al pie de la letra con esa idea, sigas un camino que no es el tuyo.
Porque querés demostrarte que podés. Querés ser parte de los que siguen, aunque hayan dudas, cansancio o que el obstáculo parezca imposible.
Querés que tenga sentido. Y en ese intento, forzás la realidad para que encaje con tu plan. Buscás señales que te lo confirmen. Y eso es lo único que ves.
Pero cuando te atás a un camino que, en lo más profundo de tu ser, no te convence, el único destino es el arrepentimiento.
Esto nos limita de ver otras posibilidades, de abrirnos a nuevos caminos—quizás, más ‘reales’. Pero hoy no me voy a meter tanto en cómo lidiar con esa confusión que se da, sino en cuál creo que es el mejor camino que podés tomar.
Quiero profundizar sobre:
Cuál es ese camino
Por qué es la mejor alternativa
Y cómo acercarse a él e invitarlo a que se manifieste
Hace 52 semanas que vengo trabajando formalmente en esto, y semana a semana pude ir descubriendo a dónde me estaba llevando.
Te puedo decir que al terminar de leer este blog, vas a ganar mucha claridad y dirección, y, aunque no sea inmediato, todo va a empezar a tener más sentido.
La raíz del problema
Por mucho tiempo me sentí perdido, vacío… en definitiva, me sentía alienado, ajeno. Veía cómo otros estaban haciendo algo que los llenaba, que les permitía crecer, ayudar a otros, y vivir de eso. O eso es lo que yo veía.
Me encontraba en una etapa en la que sabía que quería algo así, pero parecía que todo eso no era para mí. Como si no le pudiese encontrar la vuelta.
Cuando estás ahí sentís que nada fluye, buscás algo que te entusiasme profundamente para volcarte por completo en eso, pero nada te hace ‘click’. Nada encaja.
Te cuesta involucrarte en algo porque ya intuís que no va a valer la pena. Y eso te frustra.
Sabés que te gustaría volcarte por completo en algo, pero tenés miedo de que tu sacrificio sea insignificante.
No te falta motivación o disciplina. Lo que no querés es malgastar el tiempo, desperdiciar tus capacidades, o perderte oportunidades significativas por ir detrás de un camino que no es.
Te da miedo entregarte a una causa falsa. Y ese es el problema detrás de todo esto.
Esa frustración, esa parálisis, y la caída en ese limbo de ansiedad, sobreanálisis o distracción, es simplemente un síntoma de este problema.
Pero llegó un punto en el que encontré algo que estaba delante de mis ojos hace bastante. Un camino que siempre vale la pena y que todos podemos tomar.
Es un camino que es valioso por el simple hecho de involucrarte: tu propio desarrollo.
Y acá quiero hacer una aclaración importante. No me refiero al típico desarrollo personal moderno que se basa en leer, levantarte temprano, y cumplir con rutinas productivas.
Sí, eso es mejor que volcarse en distracciones y placeres inmediatos. Pero ya lo dije miles de veces, es un proceso redundante porque no avanza en ninguna dirección. Es ir detrás de obligaciones y deberes que no te llenan, y que en lo más profundo no tienen un sentido significativo.
Es un entretenimiento más sofisticado.
El verdadero desarrollo personal está enfocado en alinearte con tu vocación.
Por eso quiero explicarte a qué me refiero, qué es en verdad este camino, y cómo podés ir detrás de él.
¿Por qué es la mejor alternativa?
No voy a intentar de darte razones de que sigas este camino para convencerte de todo lo que podés alcanzar. Quiero explicarte por qué creo que es la mejor dirección en la que podés avanzar.
En resumen, es esto: entiendo que lo que te paraliza es el miedo a errar, es decir, seguir un camino que no es, no estar a la altura o nunca encontrarlo. Esta alternativa, elimina el concepto de error de la ecuación, no existe. Veámoslo.
El camino de tu vocación es el camino en el que estás dispuesto a ‘fallar’, porque no se trata de alcanzar un resultado concreto sino de lo que aprendés, lo que podés ofrecer y la transformación que atravesás.
Son beneficios residuales de la búsqueda que emprendés.
Cuando todo el valor de un proceso está puesto en alcanzar un resultado específico, la lógica interna del camino se distorsiona. Cada paso se convierte en una performance: algo que hacés para demostrar que estás yendo bien, que sos valioso, que estás progresando.
El foco está, no en transformarte o crecer, sino en cumplir con una expectativa (sea propia o ajena). Y eso te vuelve más frágil. Porque si no llegás, todo el esfuerzo que hiciste pierde sentido.
Bajo ese enfoque performativo, tenés que estar todo el tiempo demostrando, justificando, aparentando, entonces cada paso que parece no alinearse con el resultado que esperás te descoloca y te hace sentir inseguro.
Todo tiene que estar medido, todo tiene que adaptarse según el plan. Y en ese intento por controlar toda esa incertidumbre te vas encerrando en algo que cada vez encaja menos.
Por eso creo que el mejor camino no es el que promete los resultados más grandes, sino el que te ofrece la mayor transformación: vale por el simple hecho de ser recorrido. Porque por más que “falles”, probablemente salgas de ahí con mayor conocimiento, experiencia y habilidades útiles.
Con este acercamiento no planteo que dejes de definir objetivos, sino de que cuando lo hagas, te preguntes:
¿Haría esto incluso teniendo garantizado que voy a ‘fallar’?
Todo eso lo alcanzás, aprendiendo a hacer sin saber muy bien a dónde estás yendo.
Es aceptar la incertidumbre, tu incapacidad para determinar el futuro y tu falta de control sobre todas las variables.
Este extracto me parece brillante y creo que lo retrata a la perfección. Es del libro de Boyd Varty (un rastreador de leones):
Joseph Campbell dijo: “Si podés ver todo el camino de tu vida claramente trazado, entonces no es tu camino”.
En la selva —y en la vida— no se nos presentan rastros completamente marcados. Nos enfrentamos a lo desconocido y, si tenemos suerte, primeras huellas.
Después, otras primeras huellas.
Nadie puede decirte cuál es tu camino ni cómo reconocer lo que te llama o te da vida. Ese es tu trabajo.
Pero un buen rastreador puede preguntarte:
¿Cómo sabés que amás algo?
¿Cómo te sentís cuando te estás expresando por completo?
Aprendé a reconocer esa sensación.
Y después, no busques la cosa. Buscá la sensación.
Tomado de ”The Lion Tracker’s Guide to Life” de Boyd Varty.
Para cerrar este punto, quiero dejarte claro que esto es algo que podés hacer sin tener que soltar todo lo que hoy te da estabilidad y orden. Puede que te oriente hacia una reestructuración, pero eso no significa que no pueda ser gradual.
Querés volcarte por completo, lo sé. Pero si hoy volcarse por completo significa hacerlo por 20 minutos al día, si eso es todo lo que tenés, empezá por ahí.
Lo que quiero que te lleves es que, en lugar de optimizar para la planificación detallada de todo, es mejor optimizar para estar preparado. Porque cuando tus expectativas y tus planes sean arrastrados por circunstancias inesperadas fuera de tu control, no vas a tener con qué sostenerte de pie.
¿Qué es el camino de tu vocación?
Empecemos por definir algunas cosas:
Tu vocación no es un rol, un trabajo o una ocupación.
Es el llamado que apela a tu conciencia y te guía hacia tu destino. Tu destino no es algo místico y ya escrito, sino que representa todo lo que podés alcanzar a ser. Te dice “vení, podés ser más”. Te invita a crecer. Pero es un punto orientador, porque en realidad nunca llegás. Es un ideal inalcanzable.
Tu vocación no es algo que podés definir o planificar. No lo podés encasillar. Cuando lo intentás hacer, lo único que conseguís es encerrarte en una versión limitada.
Lo que sea que pienses que es tu vocación, probablemente no lo sea.
“Si la defino la limito”, diría el Chino Darín. Es inútil y perjudicial.
Me parece más práctico pensar la vocación como una emisión de radio.
Es algo con lo que te alinéas, con la que entrás en sintonía. Y ahí podés escucharla.
Es también como una nota musical: vas probando cómo suena el intrumento para afinarlo e ir encontrándole el punto. Así es como se desarrolla la melodía y cómo vas encontrando una dirección.
A medida que avanzás por ese camino, se va escribiendo la partitura. Entonces, solo ahí, podés mirar hacia atrás, y ves que todo tiene mucho más sentido.
“No podemos atar los puntos mirando hacia adelante; solo podemos atarlos mirando hacia atrás”. — Steve Jobs
Puede que ya hayas tenido contacto con tu vocación, pero quizás ni siquiera los hayas reconocido como parte de ella. Porque probablemente hayas escuchado notas aisladas.
Hiciste algo que te alineó con eso y esa armonía se manifestó. Tu trabajo es prestar atención: ir unificando cada nota para ir encontrando esa armonía y construir la melodía.
¿Cómo te podés acercar a este camino?
O ¿cómo podés entrar en sintonía con tu vocación, deliberadamente?
Después de todo este año, de explorar distintas áreas, unificar teorías profundas e investigar mi propia experiencia, creo que me estoy acercando a una respuesta sólida:
Siguiendo tu curiosidad y tu creatividad.
No podés planificar el camino hacia tu vocación, porque no funciona así. Solo podés entenderlo mirando hacia atrás. Pero sí, vas a sentir una intuición de que hay algo correcto en lo que estás haciendo. Es esta sensación de la que habla Varty.
Hay varios autores que también hablan de estar atentos a esas sensaciones. Pero el problema que siempre encontré con esto es el de cómo llevarlo a la práctica. Cómo hacer esa exploración y cómo acercarme hacia ese camino si no tengo idea de dónde está.
Todas mis reflexiones me llevan una y otra vez a este principio orientador que es seguir tu curiosidad y creatividad.
¿A qué me refiero con esto?
El primer punto es *orientarte correctamente* para que tu curiosidad te guíe hacia este camino de crecimiento.
Seguir tu curiosidad es ir detrás de lo que llama tu atención, es intentar entender cómo funciona una cámara de fotos, es leer ese libro qué te interesó pero que no sabés bien de qué se trata. Es explorar sin demasiado juicio.
Seguir tu creatividad es exactamente lo mismo, pero en lugar de exploración, es expresión. Es traer a la realidad tu autenticidad.
Podés crear desde un modelo mental, a una pintura que retrate una idea, a un diseño que refleje tus gustos. Lo que puedas imaginar. Si se te cruza una idea, llevála a la acción mediante el canal de expresión que más se adapte a quien sos.
Porque acordáte…
Todo tiene sentido mirando hacia atrás.
Si no vas detrás de algo, si no le das forma a lo que te «pide ser creado»… cuando gires la cabeza para mirar, no vas a encontrar nada.
"No tengo idea de a dónde voy, pero sé exactamente cómo llegar" — Boyd Varty
Seguir tu curiosidad y tu creatividad es la única manera en la que podés hacer sin saber a dónde estás yendo. Y es un proceso acumulativo: puede que todo lo que venís haciendo no encaje con nada, hasta que lo hace.
Desde que empecé a crear contenido, me pasó muchas veces de querer explicarle a otros por qué hacía lo que hacía o qué estaba buscando alcanzar. Me intentaba convencer de que lo tenía claro, pero no podía evitar esa sensación de que algo no encajaba.
Y no fue hasta hace unos días que pude aceptar que en realidad no sé a dónde estoy yendo. E intuyo que el resto tampoco, no sabemos bien qué es lo que queremos. Probablemente nunca lo sepamos.
Entonces tenemos que abrirnos a esa ignorancia inherente y aprender a bailar con la realidad mientras asumimos la responsabilidad de hacer todo lo que está en nuestro poder para ir detrás de lo que sentimos correcto.
Y creo que lo mejor—diría que lo único—que está en nuestro poder, es seguir nuestra curiosidad y creatividad.
Gracias por leer, buena semana.
Que te diviertas,
Bautista.